Me quedó helada, un escalofrío recorre todo mi cuerpo.
Las lagrimas asoman por mis ojos, vidriosos. Intento aguantar, pero es
imposible. Por muy fuerte que intente ser, esto siempre me ha superado. Mis
padres murieron en ese vuelo, y yo soy una de las supervivientes. Me ha costado
mucho olvidar lo trágico que fue ese día para mí. Llevo tres años pensando que
todo lo ocurrido, fue un simple accidente de avión, pero resulta que fue un
accidente provocado.
Katy ve que estoy llorando, me abraza, y yo me ahogo en
sollozos. Ella empieza a acariciarme el pelo suavemente, desahogo toda mi
impotencia, y todo el dolor que llevo acumulando todo este tiempo. Consigo
calmarme, y me duermo lentamente, noto como Katy me acomoda en la cama y me
tapa con el edredón.
No quiero despertar, quiero cerrar los ojos para siempre.
No tener que ser fuerte, ni aguantar tempestades; tampoco quiero seguir
escuchando que tengo que afrontar los problemas con una sonrisa, porque
realmente no es verdad. A los problemas no se les tiene que sonreír, se les
tiene que dar una patada y mandarlos lejos, pero hay veces que te dejan sin
fuerzas y no puedes hacer nada para defenderte. Solo consigues caerte en el
intento, y es entonces cuando te vas hundiendo, y llega un momento en el que
piensas que es imposible salir del agujero en el que estás atrapada. Puede que
no sea así, que simplemente tengas que buscar la salida, pero llevo tanto
tiempo buscándola, que se agotan mis ganas de seguir luchando.
Mi tía habrá escuchado la noticia, pero ella nunca ha
tenido el valor de hablar conmigo sobre aquel día, prefiero que sea así.
Mi único confidente es César, él es a la única persona a
la que le he hablando de ese día. No tengo valor ni para contarle nada a la
policía, no me siento capaz. Rompería a llorar nada más empezar a hablar.
Recuerdo lo contenta que estaba de que por fin íbamos a
ir a Brujas, una ciudad preciosa de Bélgica. Recuerdo perfectamente el momento
en el que nos subíamos al avión, yo iba caminando alegremente delante de mis
padres con mi maleta roja de viaje. En aquel entonces tenía bastante ropa y era
muy mona, no era tan descuidada con mi estilo. Mis padres, se querían mucho,
eran una pareja feliz, orgullosa de la vida que llevaban, de la familia que
tenían y de todo lo que habían conseguido. Mi padre era un hombre muy
trabajador ,pero le dedicaba a su familia todo el tiempo del mundo. Nosotras
éramos su pasión, mi madre y yo. ¿Qué decir de mi madre? Ella me educó y me
enseño cosas que nunca seré capaz de olvidar. Nunca fui a un colegio de
pequeña, todo me lo enseño mi madre. Se llamaba María, era castaña , tenía mi
mismo pelo; y era una mujer guapísima. Me hubiera gustado parecerme más a ella.
Nosotras siempre estábamos discutiendo, si no era por una
cosa era por otra. Hoy en día cuando recuerdo algunas de nuestras peleas, me
asombra la paciencia que tenía conmigo. No era consciente entonces, de que
realmente yo estaba equivocada, y mi madre siempre llevaba razón, cosas de la
adolescencia.Teníamos mucha confianza,
podía contarle casi todo a mi madre, con ella no era nada cerrada. Sus consejos
siempre me ayudaban a elegir el camino adecuado, no me arrepiento de ningún
paso que di a riendas de mi madre. Y realmente, aunque nunca hable de ella, si
que la hecho de menos. Muchísimo. Y daría lo que fuera por cambiar ese día, y
poder tenerla a mi lado, en los momentos en los que no se si estoy haciendo lo
correcto o en los que no tengo fuerzas para seguir adelante.
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