Forever

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miércoles, 5 de febrero de 2014

Capitulo 3- Dani al ataque.


Está sonando mi despertador, no tengo fuerzas para levantarme, creo que voy a dejar que suene la segunda vez. Estoy físicamente destrozada.Suena por segunda vez,  y cuando miro el reloj, es ya medio día. Del bote que pego, me caigo de la cama. Es imposible, no pueden ser las doce. Hace más de dos horas que tendría que estar en la tienda. 
Me visto con lo primero que pillo, bajo las escaleras corriendo, volando diría yo. Mi tía está leyendo el periódico en el sofá, tomándose un café. Tiene pinta de que no se ha despertado hace mucho.

- Tita ¿¡se puede saber porque no me has avisado!? Son las doce , llego tremendamente tarde a la tienda.

- Cariño tranquilízate, he hablado con Carmen, la madre de César, y hemos quedado que hoy no vas a ir a trabajar. Necesitas descansar y le ha parecido bien.

-¡Pero bueno, quien te crees que eres para cancelar un día de trabajo!. ¡César va a tener que hacerlo todo solo, eso no es justo!. Es mi deber estoy comprometida. No puedo dejar de ir a trabajar porque esté cansada.

-¡Helena ese tono, te tranquilizas ya! No puedes llevar este ritmo de vida, eres joven. Soy tu tía, estas a mi cargo y es lo que hay hoy. No te creas una adulta porque no lo eres todavía.

- No seré una adulta pero creo que soy ya bastante madura, como para tomar mis propias decisiones.

Me voy enfurecida y cierro la puerta de un portazo.

Puede que me haya pasado un poco con mi tía, pero no me gusta que tomen mis decisiones, y haber dejado tirado a César de esta manera no me hace ninguna gracia.Así que me decido a ir a casa de César, voy a hablar con Carmen de lo ocurrido, no pienso permitir que vuelva a pasar.

Toco la puerta suavemente, esperando a que alguien me abra.

Carmen abre la puerta, algo desconfiada, cuando me ve su expresión cambia completamente. Llena de alegría me saluda efusivamente. -¡Helena! Buenos días preciosa. ¿Cómo tú por aquí?

- Buenos días Carmen , puedo pasar necesito hablar contigo.

- Claro cariño, pasa. Como si estuvieras en tu casa.

Nada más entrar me encuentro con Dani, está discutiendo con su padre, supongo que por la guitarra nueva que se quiere comprar.César no me ha hablado mucho de su padre, no sé nada de él, nunca se pasa por la tienda, ni lo veo cuando vengo. 
A Dani siempre le ha apoyado con todo el tema del fútbol. Pero no le hace mucha gracia su afición por la música. César y Carmen nunca han entendido a que se debe.

-¡Venga ya papá! ¿Se puede saber porque no me la puedo comprar con mis ahorros?

-¡Porque no Dani! Hay cosas más importantes que pagar en esta casa, que una absurda guitarrita. Por ejemplo los estudios que tu hermano no pudo tener, y tu sí.

- Otra vez estamos con esas. Mi culpa no es que no tuvierais dinero para que César terminara su carrera ¿vale? Y me importa una mierda si me das permiso o no, me voy a comprar la guitarra y punto.

- A mí no me hables así Dani ¡te la vas a ganar! Que sepas que tienes terminantemente prohibido salir a entrenar, te vas a quedar en casa con tu musiquita.

Enrique, va a toda velocidad hasta el cuarto de Dani, coge el balón de fútbol que César le regaló en su cumpleaños pasado. Fui yo con él a comprarlo. Lo lleva a la cocina, Dani va detrás suya ordenándole a gritos que lo suelte. Enrique pone el balón sobre la encimera, y con un cuchillo lo raja en dos.  En ese momento Carmen, que estaba a mí lado contemplando la pelea de padre e hijo , decide intervenir-

-¡HIJO DE PUTA! ¿QUIEN COÑO TE CREES? ERES UN GILIPOYAS, NI TE ATREVAS A TOCARME, EN TU VIDA. 

Carmen intenta calmar a Dani, - Dani déjalo ya, para por favor. Te lo puedo arreglar, eso se cose, vete para tu habitación no empeoréis más las cosas.- Pero sus intentos son inútiles.

-¡Cómprate tu guitarrita, corre, que el fútbol no lo vas a ver en un tiempo! Le grita su padre enfadando más a Dani.

Dani empieza a darle puñetazos a la pared de baldosas de la cocina hasta que rompe un azulejo, los nudillos le sangran. Yo me siento cada vez más incomoda en el pasillo. Justo en ese momento entra César por la puerta, viene de hacer recados. Las dos bolsas con comida que traía en la mano, se le caen nada más entrar por la puerta. Va corriendo hacia Dani y lo separa de la pared, intenta que se tranquilice, pero Dani no para de gritar y de insultar a su padre. Esta realmente cabreado. Nunca lo había visto así.

- Madre mía que apuro más grande Helena , siento que tengas que ver todo esto, ¿qué te parece si nos vamos al salón nosotras?

- No, creo que tendrías que solucionar todo este lío, yo mejor me voy, solo venía a decirte que pensaba ir a trabajar ahora por la tarde.

- No,no,no. No te preocupes esta tarde no vamos abrir. Pero quiero que te quedes a comer. Vete para el salón, ahora va César contigo cariño.

- Esta bien...

Me siento en el sofá a esperar, no me apetece poner la tele . No suelo verla, así que no hay nada que realmente me pueda interesar. Se escuchan los gritos desde aquí. Me ha parecido muy cruel Enrique al romperle el balón.   Ahora distingo claramente un grito de César, está discutiendo con su padre. Todo esto es de locos. Siento que sobro aquí.

- Helena... Siento que hayas tenido que estar presente. Pero mi padre es un gilipoyas.- Me dice César bastante afectado.

- No pasa nada, no tendría que haber venido la verdad.

- No digas eso ,acostumbrado a verte todos los días, me sentía raro sin ti en la tienda. Estoy contento de que hayas venido.

En ese momento entra Dani, viene con los nudillos ensangrentados, y muy serio. Se sienta al lado nuestra, y tras estar varios segundos en silencio, rompe a llorar. Se me acaba de partir el corazón , verlo así  es muy triste. Lo levanto y le doy un abrazo muy fuerte. Veo como eso le hace sentir mejor. César le da un abrazo también, y le susurra algo al oído , no soy capaz de escucharlo. Sin decir ni una palabra se le ve que se siente mejor. Se levanta y se dirige a su cuarto.

- No saldrá de su cuarto en un tiempo, le afectan mucho las peleas con mi padre. Me dice poniéndose la mano en la frente bastante pensativo.

-¿Esto suele pasar a menudo?

- Pues sí, conmigo nunca ha tenido una pelea tan fuerte. Pero Dani pierde los nervios muy rápido. Y bueno... ya ves lo que pasa cuando los pierde. Es igual que mi padre.

- Siento que hayas tenido que presenciar esto de verdad. ¿Quieres que juguemos el trivial?

-¿Ahora?

- Claro, podemos bajar al sótano. Como hacíamos antes.

- Esta bien, vamos jajaja.

 Nos dirigimos al sótano, allí es donde nos metíamos siempre a jugar los dos. Siempre solíamos imaginarnos que era un establo y cada uno tenía un caballo, le lavábamos, le peinábamos, le dábamos de comer, hacíamos carreras, nos lo pasábamos en grande. Carmen siempre bajaba a regañarnos, nos decía que saliéramos a jugar a fuera, al aire libre, que nos tirábamos todas las tardes ahí, y nos amenazaba diciéndonos que un día nos iban a comer las cucarachas del sótano. Nunca vimos ninguna cucaracha, pero todavía tengo la duda de que haya.

El sótano está muy cambiado desde la última vez que lo vi, está mucho más limpio y vacío de trastos. Sigue habiendo algunas telarañas en el techo, y una mesa vieja con un boquete que le hicieron los ratones hace mucho tiempo. Al fondo de la sala hay un baúl grande, donde están todos los juegos, la mayoría son juegos de mesa y alguno de cuando éramos pequeños.César abre el baúl, y forma un remolino de polvo, se ve que hace bastante tiempo que nadie usa este sótano. Saca el trivial, y empezamos a montar el tablero en la mesa.

-¿Estás preparado para perder?- Le digo en tono desafiante.

-¿Cómo? Que fuera tonto de pequeño, no quiere decir que lo siga siendo no se confíe señorita.

Nos ponemos a jugar al trivial, las risas predominan durante toda la partida. Es divertidísimo jugar con César a cualquier cosa. Siempre hace cualquier tontería y termina perdiendo, empiezo a pensar que me deja ganar.El es la única persona, con la que me he reído a carcajadas. 

Estamos muriendo de risa, cuando vemos bajar a Carmen. Trae una bandeja con dos platos de arroz con setas, también trae una jarra de limonada. Pone la bandeja en la mesa, y nos sirve la limonada. César sigue con sus tonterías, a mi me duele la mandíbula de tanto reírme, y al mirar la hora me doy cuenta de que son las tres, llevamos más de dos horas metidos en el sótano.- Que me gusta veros así de contentos a los dos. Venga comeros el arroz antes de que se enfrié. Me voy no molesto más- Nos dice Carmen seguido de un guiño.

- César, ¿qué te parece si mañana temprano vamos al río?

- Pues claro eso no se pregunta, nos podemos llevar las cañas de mi padre, a ver si pescamos algo. 

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