Forever

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martes, 8 de abril de 2014

Capítulo 11- Interrogatorio.


Suena el despertador a las ocho en punto. No me cuesta nada levantarme, el saber que César y Katy están durmiendo en mi habitación hace que me espabile nada más abrir los ojos.
La primera en despertarse ha sido Katy:

 - Buenos días bella durmiente.

Katy esta haciéndose una coleta delante del espejo, ya esta vestida y maquillada. Va bastante guapa, lleva puesto un jersey blanco y una bufanda de lana burdeo, también lleva unos vaqueros azules con unas botas militar negras.

-¿A dónde vas?- Pregunto curiosa.

- Pues a trabajar por ti. Hoy vas a pasar el día con tu amiga Lidia.

 -¡Hay que joderse!

César se despierta y se estira bastamente mientras bosteza.

- Buenos días chicas.

- Buenos van a ser para ti, porque desde luego para mí no.- Le digo con cara enfadada.

-¿Sabes? Me encanta tu humor mañanero.

Katy empieza a reírse sarcásticamente : - Suerte tienes de no tener que soportarla todas las mañanas.

-¡Que mentirosa! Siempre no me levanto de mal humor. Hoy tengo motivos suficientes.
- Yo bajo a desayunar ¡adiós!

- Bajamos todos, más te vale correr porque te vas a llevar una hostia Katy jajaja.

- Píllame si puedes lista.- Dice desafiándome. 

Las dos bajamos las escaleras corriendo. Bajo los escalones de dos en dos, lo más rápido que puedo. Katy hace un derrape antes de entrar en la cocina coge dos naranjas y me lanza una a la cara, de tal manera que me freno en seco para que la naranja no caiga al suelo. La cojo al vuelo, y las dos nos meamos de risa. Entonces vemos a César bajar las escaleras tranquilamente contemplando nuestro comportamiento de niñas chicas.

-¿Así desayunáis todos los días?

Nos reímos los tres a carcajadas, así da gusto empezar la mañana. 

- Bueno prima, nos vamos a currar. Tu quédate aquí a responder preguntitas.

- Gracias por recordármelo.- Le pongo mi cara de enfadada.

Sigo en pijama todavía, así que subo a mi cuarto a vestirme. Abro el armario algo indecisa, no tengo ni idea de que ponerme. ¿Qué se pone una persona cuando la van a interrogar?. Saco una blusa de seda amarilla y unos vaqueros claros. Decido ponerme mis converse blancas y un pañuelo en el cuello , amarillo claro con flores blancas y azul marino. Me hago una trenza de espiga y la acabo poniendo un lazo azul marino en el final. Justo cuando acabo la lazada pegan a la puerta.
 Aquí están Lidia y Raúl. Abro la puerta algo nerviosa, pero decidida. No voy a permitir que los nervios me puedan hoy, no está César para ayudarme, tengo que enfrentarme a esto yo sola.

- Buenos días Helena, ¿podemos pasar?- Dice Lidia con la misma sonrisita de siempre.

- Sí, claro.

Lidia entra muy decidida, pone encima de la mesa del salón un maletín y lo abre rápidamente. Raúl, sin embargo, entra un poco más tranquilo y tímido. 
Cierro la puerta y me dirijo hacía donde está Lidia, algo inquieta y curiosa poro saber que va a sacar de ese maletín.

- Bueno, se que anoche empezamos con mal pie. Me gustaría que nos llevásemos bien. Como te dije anoche nos vamos a tener que ver mucho las caras durante unas semanas.

- Estaba nerviosa. Todo esto es delicado para mí.

- Todo ocurrió de repente.- Añade Raúl.

- Exacto, por eso vamos a hacer las cosas tranquilamente. Lo primero es conocerte a ti. Una vez que nos conozcamos, podremos empezar a hablar de tus padres. ¿Te parece bien?

No entiendo qué necesidad tienen de conocerme a mí, preferiría que fueran al grano y no tuviera que estar aguantando estas visitas todos los días.

- Sí.- Digo algo insegura.

- Bueno pues empecemos entonces.

Se sienta en el sofá tranquilamente, saca una  grabadora y la pone sobre sus piernas, esperando a que nos sentemos Raúl y yo.

- Bien. Te cuento como vamos a hacer los interrogatorios. Lo fundamental es , que tú te sientas cómoda. Para que puedas contarnos las cosas como las sientes de verdad, y con todo detalle. Entonces he pensado que la mejor opción es usar la grabadora.

- No te preocupes que lo que hablemos, no va a salir de aquí. Solo vamos a escuchar nosotros estas conversaciones, nadie más.- Aclara Raúl.

Hay un amplio silencio, estoy intentando asimilar lo que me acaban de explicar.

 - No me parece mal, empecemos.- Termino diciendo.

- Vale, pues voy a poner a grabar este trasto y empezaremos. Tu olvídate de que esta la grabadora, y quítate la idea de la cabeza de que esto es un interrogatorio, imagínate que estas contándole tu vida a una amiga que hace mucho tiempo que no ves ¿vale?- Me dice Lidia en tono tranquilizador. 

Asiento con la cabeza algo nerviosa, no sé si voy a ser capaz de soltarme con estas personas y contarles tantas cosas de mi vida. Pero realmente quiero intentarlo, y ayudar en esta investigación.

Lidia le susurra a Raúl que ponga la grabadora en marcha y que tome apuntes cuando sea necesario.

La grabadora está en marcha.

- Bueno, pues venga Helena, cuéntame cómo fue tu primer día aquí en este pueblo.

- Hm... Bueno... Mi primer día fue bastante aterrador.

-¿Por qué, cómo te sentiste?

- Yo tenía quince años. Para mí, la imagen de unos padres era algo fundamental en la vida de una niña. Vivía en la ciudad, y vivía bastante bien, tenía amigos , una familia que me quería, iba al instituto, al cine, quedaba con mis amigas. Era una niña feliz. Una niña normal como otra cualquiera.
 El día que llegué a este pueblo, mi vida había cambiado. Había perdido a mis padres. Y realmente no eres consciente de lo que duele perder a una madre y a un padre, por el simple hecho de que nunca te imaginas que eso pueda pasar. Solo piensas en el presente, en salir, en tus amigos; y sabes que ellos están ahí, pero no le das importancia porque ellos siempre van a estar a tu lado pase lo que pase. Hasta que llega el día que la vida decide arrebatártelos, y te das cuenta de que no has aprovechado el tiempo, y que te quedan un montón de cosas por vivir con ellos. También te das cuenta de lo mucho que los necesitaba, por muchas peleas que tuvierais. Te terminas dando cuenta de que los quieres, los quieres muchísimo, y sientes un vacío dentro de ti que sabes que nadie ni nada lo puede volver a llenar, que no hay manera de hacerte sentir mejor, porque cada vez que ves a una niña con su padre y su madre por la calle paseando de la mano, te acuerdas de ellos y piensas: "ojala estuvieran aquí conmigo", pero sabes que no van a volver nunca y eso hace que te pongas más triste aún. Así que el día que llegue a este pueblo, no solo había cambiado mi vida, sino que también cambie yo. Ya no era la niña feliz, que tenía una vida perfecta rodeada de amigos y familia. Era una niña desolada y deprimida en un pueblo en el que tenía que empezar una nueva vida, sin sus padres. En donde no conocía a nadie, y todos los días eran grises para ella.
Lidia para la grabadora asombrada con mis palabras. Y se pone de pié delante de mí.

- Cariño, me has puesto los pelos de puntas mientras hablabas. Sé que has sufrido mucho, y siento que tengas que recordar ahora esos días tan tristes de tu vida. De veras que lo siento muchísimo.

- Muchas gracias. Me he desahogado bastante, nunca hablo de esto con nadie.

- Eso no es bueno para ti. Tienes que tener a alguien de confianza al que le puedas contar como te sientes , y como te sentiste. Si no te vas a quedar estancada en el pasado. Que creo que en cierta modo es lo que te pasa.

 -Bueno nosotros nos vamos a ir ya, no te molestamos más. Mañana volveremos a la misma hora, y hablaremos un poquito más ,si necesitas algo llámanos..- Dice finalmente Raúl. Que lleva casi todo el rato sin decir una palabra.

- Esta bien, gracias. Nos vemos mañana.

Veo como salen de la casa, yo sigo sentada en el sofá, analizando cada palabra que ha salido por mi boca. Estoy asombrada con mi respuesta. Jamás imaginé que fuera capaz de contarle a dos desconocidos con tanto detalle lo que sentí cuando murieron mis padres. Me siento mejor al haber conseguido arrancar alguna de las espinas que tengo clavadas desde hace tres años.

Me levanto del sofá a prepararme un café ,cojo la cafetera oxidada y vieja de mi tía y la lleno de agua. En ese momento entra mi tía por la puerta de la cocina. Acaba de llegar.

- Hombre dichosos los ojos que te ven.- Me dice en tono sarcástico.

- Tita déjate sermones por favor, he tenido bastante conversación por hoy con los policías.

- No pensaba darte ningún sermón, solo digo que hace mucho tiempo que no te veo por aquí.

- Ya bueno entre lo de Carmen y esto de los policía he estado un poco distante.

- Precisamente vengo de ver a Carmen. Le he llevado un poco de tarta de queso que hice ayer por la noche.

- Ah ¿y qué tal está?

- Está mejorando, pero le han informado los médicos que el reposo va a tener que durar más de lo previsto.

- Tiene que ser duro para ella, con lo que le gusta hacer cosas en la casa e ir de allí para allá.

- Creo que estos días va a necesitar compañía. Y he pensado que podrías quedarte un tiempo en su casa y que Lidia y Raúl te interroguen allí. Así le ayudas con la casa y pasas un rato con ella para que no se aburra.

- No es que no quiera... pero para eso están César y Dani ¿no? Y su marido. No creo que sea necesario que vaya.

- Helena... Carmen y Enrique, no están atravesando por su mejor momento. No es seguro todavía pero creo que van a divorciarse. No le comentes nada a César.

-¿Por eso Enrique lleva tanto tiempo sin aparecer por casa?

- Le ha dicho a Carmen que son viajes de negocios. Pero Carmen sospecha desde hace tiempo que hay otra mujer.

- Hijo de puta. Nunca me ha caído bien. Y a sus hijos tampoco.

- Bueno no estamos aquí para juzgar, sino para echarles una mano. ¿Qué te parece quedarte esta semana? A Carmen le va a animar mucho. Te quiere como si fueses su hija.

- Está bien. Prepararé mi maleta. 

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