Forever

Forever

sábado, 26 de abril de 2014

Capítulo 13: El mensaje


-¡Eh, quieta ahí forastera!- Me sorprende Katy.

- Jajaja Tanto tiempo con Dani hace que se te pegue su subnormalidad. ¿Qué tal tu día no universitario?

- Divertido. Muy divertido.

- Me alegro jajaja. Oye ahora vengo.- Le digo intentando librarme de ella.

Me apresuro a entrar antes de que me vea César o Dani. Estoy alucinada Raúl quiere quedar otra vez. Y está intentando ligar conmigo: "He descubierto que el café tiene que ir acompañado por ti" ¿Qué mensaje es ese? Tendré que contestarle, pero no se que ponerle. Por una parte quiero ir, hoy me lo he pasado genial hablando con él; pero por otra parte me parece muy fuerte quedar con un policía que te interroga cada mañana sobre el accidente en el que murieron tus padres.

Bueno voy a responderle. Hago el intento de responder al mensaje varias veces, pero cada palabra que escribo termino borrándola. Qué le digo ¿que el mejor acompañante del café es un sobre de azúcar no yo?

Estoy sentada en el inodoro sin saber qué hacer con el maldito mensaje, tampoco me parece bien no responderle. Lo voy a tener que ver todos los días y preferiría que no me preguntara nada delante de Lidia o de mi tía.

En ese momento entra César mirando para abajo, parece enfadado. Guardo el móvil rápidamente. Cuando se da cuenta de que estoy sentada se disculpa cien veces.

- Tranquilo solo estoy sentada.- Le digo intentado calmarlo.

- He entrado como los burros y no he pegado ni a la puerta, lo siento.

- Es tu casa.

-¿Y qué haces aquí?, La mesa está ya puesta, faltas tú.

- Nada ya iba a salir. Estaba respondiendo a un mensaje.

- Hm Un mensaje... ¿desde cuándo tienes un admirador secreto? jajajaja.

- Jajaja ojala fuera eso , es de Raúl para aclarar la hora del interrogatorio de mañana.

- Vaya royo.

-¿Y a ti que te pasa ? Con esa cara de mala leche que traes no me puedes decir que no te pasa nada. Cuéntame.

- Es mi padre, últimamente está más raro de lo normal y justo cuando llegamos Dani y yo le surge todo el trabajo del mundo, cuando llevará todo el día en casa tocándose los huevos.

- Déjalo él sabrá lo que se pierde. Terminará arrepintiéndose de no haber aprovechado el tiempo con su familia cuando debía.

- Ya pero me jode, que hasta que llegue ese momento estamos sufriendo todos por su culpa.

-¿Sufrir? No tenéis porque sufrir. Abrir los ojos, daros cuenta de lo gilipoyas que está siendo y hacerle ver que no os va a tener siempre aguantando ,que todo tiene un límite. Abrirle los ojos a él también. Sois su familia, y por lo que parece eso el no lo tiene claro todavía.

- Tienes razón , Dani y yo estaríamos dispuestos a dar ese paso, el problema es mi madre. No está preparada. Y yo no soy capaz de pedirle eso. Me parece injusto, y más ahora que está pasando por todo esto.

- Ahora lo mejor que podéis hacer es esperar, y centraros en vuestra madre. Dale tiempo al tiempo. Que ya pondrá a tu padre en su lugar.

- Muchas gracias Helena, me hacía falta hablar de esto con alguien.

-¿Para eso están los amigos no? jajaja.

Le doy un abrazo, un abrazo en el que siento como si llevara años sin verle, un abrazo que ni yo misma sabía que necesitaba hasta este mismo instante. Hundo mi cabeza en su cuello e inhalo su colonia playboy que me encanta, esa que fuimos a comprar juntos. Estaba empeñado en que no conseguía ligar porque no tenía una colonia buena. Y se gasto todos sus ahorros en comprarse esa.

 Justo en ese momento entran Dani y Katy en el baño. Los dos se besan apasionadamente, cierran la puerta tras ellos, sin darse cuenta de nuestra presencia. Dani empieza a subirle la camiseta a Katy discretamente cuando César finge un pequeño carraspeo para hacer notar nuestra presencia. Yo me he quedado alucinada. Tengo la boca abierta.

domingo, 20 de abril de 2014

Capítulo 12-¿Un café?


Subo a mi cuarto y me tomo mi tiempo para preparar la mochila, no tengo prisa ni nada que hacer.César, Dani y Katy están en la tienda y no me van a necesitar por allí. Decido coger el autobús para ir a casa de Carmen y llegar para  la hora de comer.

Me subo en el autobús, hay un sitio libre pegado a la ventana, me siento y me pongo mis cascos. Cuando me quiero dar cuenta ya he llegado a la parada, por poco me la paso. Me bajo corriendo. Estoy cruzando la calle cuando me viene un olor a café delicioso. Parece que han puesto una nueva cafetería. Tiene los típicos vasos de papel que salen en las películas americanas y un mostrador de dulces enorme. También venden granizadas y batidos. Tiene muchas mesas fueras y algunas mesas solitarias en el interior. Está bastante bien, en el pueblo no hay muchos sitios así, casi todo está en la ciudad.
Me atrae bastante y no hay mucha cola así que decido comprarme un café y ya que estoy le subo unos dulces a Carmen.
Espero en la cola hay tres o cuatro personas delante mia. El sitio por dentro es bastante acogedor, es una mezcla entre moderno y clásico retro muy chula. Me gusta el ambiente que hay. Estoy entretenida observando cada detalle de la cafetería cuando alguien me toca el hombro para llamar mi atención. Me giro con la ilusión de que fuera César o Katy, pero mi cara cambia por completo cuando me encuentro a Raúl. ¿Qué hace Raúl aquí? Vive en la ciudad, pensaba que solo venían al pueblo porque me tenían que interrogar y hace ya más de una hora que lo hicieron.

-¡Hola!- Me sonríe.

- Hm... Hola.

- Que casualidad encontrarte aquí. Está bien la cafetería nueva ¿verdad? Faltaba algo como esto en el pueblo.

-¿Casualidad? Vivo aquí.- Le digo bastante borde.

- Bueno pero habrás venido en autobús tu casa está un poco más lejos ¿no?

- Sí.

- Señorita le toca.- Me dice la dependienta.

- Ah sí. Perdona. Ponme un café con leche doble. Y... una bandeja de dulces me da igual cuáles.

-¿Te los pongo variados?

- Vale.

- En total serían 8´50€.

- Hm... espera que encuentre la cartera.

- No, descuida te invito yo. Añade un café solo.- Dice Raúl rápidamente.

-¿Cómo? No, me lo pago yo. No tienes porque invitarme.

La dependienta nos mira a los dos divertida, esperando a que alguno de los dos le paguemos.

- Insisto. Me apetece invitarte.

Saca un billete de diez y paga todo. Yo me quedo mirando a la dependienta como un tonta , rogándole que no acepte su dinero. No logro entender por qué se quiere gastar dinero en mí. Si no nos conocemos apenas. Es la típica escena de película que siempre he odiado.

- Helena, no le des más vueltas, es solo un café.

- Ya, pero no deberías de haberlo hecho.

- Bueno pues entonces me debes un café.- Me dice mientras me mira con cara divertida.

- Sí, y unos dulces. 

- Los dulces los puedes compartir conmigo.

- No son para mí lo siento. Jajaja.

-¿Quién es el afortunado o afortunada , que va a recibir unos dulces por cortesía de Helena?

- La madre de César, me voy a pasar una temporada con ella a ayudarla con la casa y eso. Y se me ha ocurrido llevarle unos dulces.

La dependienta nos da los cafés y la bandeja de dulces. Me dirijo hasta una mesa pequeña de una de las esquinas y pongo encima mi café y los dulces. Antes de sentarme me quedo mirando a Raúl.

-¿Hay una silla libre para mí o no?

- Que mínimo, encima que me invitas.

Nos sentamos los dos con nuestros vasos de café. Un policía con su testigo, al que interroga cada mañana. Es una situación rara, pero no resulta incómoda para ninguno de los dos. Estamos a gusto hablando un poco de todo, contando anécdotas, conociéndonos un poco, leyendo los textos de los azucarillos y citas de libros que hay en los vasos. Me siento bastante bien hablando con Raúl es bastante simpático, cambia un montón su personalidad ahora con la que tiene cuando hacemos los interrogatorios. Pensaba que era el típico chico tímido que se deja mandar por su superior (Lidia) y de pocas palabras. Pero es todo lo contrario.
Nos pedimos un segundo café, y una palmera de dulce de leche para compartir. Sin darme cuenta nos hemos tirado dos horas y media hablando en la pequeña mesa de la esquina.

- No me he dado cuenta es tardísimo, tendría que irme ya.- Le digo bastante apurada.  

- Bueno pues nos vemos mañana supongo ¿no?

Nos despedimos con dos besos y una amplia sonrisa, salgo la primera con la bandeja de dulces en la mano y a un paso ligero. Me hubiera gustado llegar antes, Carmen no tiene ni idea de que voy.

Pego a la puerta y para mi sorpresa me abre Enrique, el padre de César y Dani. En mi cara se puede notar mi desilusión.

- Hm... Buenas- Intento poner mi mejor sonrisa, pero mi cerebro no me lo permite. No puedo ponerle buena cara a este cerdo.

- Helena, que sorpresa. César no está.

- Ya, venía a ver a Carmen.

- Ah. Seguro que se alegra de verte pasa, está en el salón. Ya conoces el camino.

Camino con paso vacilante pero ligero con la bandeja de dulces en lo alto, lo lógico hubiera sido dejarla en la cocina. Pero quiero dársela  a Carmen, no a Enrique.
Entro por la puerta del salón algo tímida y me alegro un montón de ver a Carmen. Está en el sillón cosiendo, por lo que puedo apreciar, diría que es un jersey. Es rojo bastante bonito con cuello redondo y anchito. Como los que se llevan ahora.

-¡Helena cariño! Qué bien que hayas venido, tenía ganas de verte por aquí otra vez. ¿Qué tal todo, has visto hoy a César? ¿Son muy pesados los policías con el interrogatorio? Debes de estar harta de ellos. Todos los días en tu casa. Me ha contado tu tía que son dos muchachos jóvenes, por lo menos no te han tocado los típicos policías viejos con el donut en una mano y el café en la otra.

- Jajaja, parece que me estés haciendo tu el interrogatorio en vez de ellos. ¿Qué tal lo llevas? Por lo que veo no te aburres.

- Bueno esto es solo un rato, me termino cansando de coser y me pongo a ver la tele. Cuando empieza a anochecer me doy un paseo por el pueblo y poco más esos son mis días. No me dejan ni cocinar.

- Tienes que descansar Carmen. Es lo mejor para ti.

- Ya lose. Bueno ¿te quedarás a comer no?

- Sí claro, es más mi tía y yo habíamos pensado que te aburrirías menos si me quedo una semana en tu casa. Así te ayudo y haríamos cosas juntas. ¿Qué te parece?

- ¡Eso sería fantástico a César y Dani les va a encantar que te quedes! ¿Has traído ya tus maletas? Si no va Enrique a por ellas.

- No tranquila, me las he traído. También te he traído unos dulces. Mira.

- Oh que buena pinta, con lo dulcera que yo soy . No te tendrías que haber molestado.

Estamos las dos entretenidas hablando sobre sus días desde que tiene que hacer reposo. Se lo está tomando con muy buen humor. Nadie diría que está a punto de separarse de su marido y que sufre ataques al corazón. Carmen es una persona realmente fuerte, sabe apartar a su familia y a las personas que quiere de los problemas. Es casi imposible que César no haya sospechado nada de su padre. Si lo hubiera hecho, estoy segura de que me lo habría dicho.
En mitad de la conversación noto vibrar mi móvil en el bolsillo. Lo miro discretamente, y es un mensaje de Raúl. ¿Qué hace mandándome mensajes? Hemos pasado un buen rato en la cafetería esta mañana. Pero de ahí a mandarme mensajes.

-"He pasado un buen rato esta mañana contigo, he descubierto que un café tiene que ir acompañado por ti ¿Quedamos mañana para tomar otro? Invitas tú."

- Esto... tengo que ir al baño un momento. Ahora vuelvo.

Le sonrió intentando ocultar lo roja que me he tenido que poner. Voy rápido al baño, pero me frena Katy que viene corriendo para mí. Mierda. Ya han llegado de la tienda. 

martes, 8 de abril de 2014

Capítulo 11- Interrogatorio.


Suena el despertador a las ocho en punto. No me cuesta nada levantarme, el saber que César y Katy están durmiendo en mi habitación hace que me espabile nada más abrir los ojos.
La primera en despertarse ha sido Katy:

 - Buenos días bella durmiente.

Katy esta haciéndose una coleta delante del espejo, ya esta vestida y maquillada. Va bastante guapa, lleva puesto un jersey blanco y una bufanda de lana burdeo, también lleva unos vaqueros azules con unas botas militar negras.

-¿A dónde vas?- Pregunto curiosa.

- Pues a trabajar por ti. Hoy vas a pasar el día con tu amiga Lidia.

 -¡Hay que joderse!

César se despierta y se estira bastamente mientras bosteza.

- Buenos días chicas.

- Buenos van a ser para ti, porque desde luego para mí no.- Le digo con cara enfadada.

-¿Sabes? Me encanta tu humor mañanero.

Katy empieza a reírse sarcásticamente : - Suerte tienes de no tener que soportarla todas las mañanas.

-¡Que mentirosa! Siempre no me levanto de mal humor. Hoy tengo motivos suficientes.
- Yo bajo a desayunar ¡adiós!

- Bajamos todos, más te vale correr porque te vas a llevar una hostia Katy jajaja.

- Píllame si puedes lista.- Dice desafiándome. 

Las dos bajamos las escaleras corriendo. Bajo los escalones de dos en dos, lo más rápido que puedo. Katy hace un derrape antes de entrar en la cocina coge dos naranjas y me lanza una a la cara, de tal manera que me freno en seco para que la naranja no caiga al suelo. La cojo al vuelo, y las dos nos meamos de risa. Entonces vemos a César bajar las escaleras tranquilamente contemplando nuestro comportamiento de niñas chicas.

-¿Así desayunáis todos los días?

Nos reímos los tres a carcajadas, así da gusto empezar la mañana. 

- Bueno prima, nos vamos a currar. Tu quédate aquí a responder preguntitas.

- Gracias por recordármelo.- Le pongo mi cara de enfadada.

Sigo en pijama todavía, así que subo a mi cuarto a vestirme. Abro el armario algo indecisa, no tengo ni idea de que ponerme. ¿Qué se pone una persona cuando la van a interrogar?. Saco una blusa de seda amarilla y unos vaqueros claros. Decido ponerme mis converse blancas y un pañuelo en el cuello , amarillo claro con flores blancas y azul marino. Me hago una trenza de espiga y la acabo poniendo un lazo azul marino en el final. Justo cuando acabo la lazada pegan a la puerta.
 Aquí están Lidia y Raúl. Abro la puerta algo nerviosa, pero decidida. No voy a permitir que los nervios me puedan hoy, no está César para ayudarme, tengo que enfrentarme a esto yo sola.

- Buenos días Helena, ¿podemos pasar?- Dice Lidia con la misma sonrisita de siempre.

- Sí, claro.

Lidia entra muy decidida, pone encima de la mesa del salón un maletín y lo abre rápidamente. Raúl, sin embargo, entra un poco más tranquilo y tímido. 
Cierro la puerta y me dirijo hacía donde está Lidia, algo inquieta y curiosa poro saber que va a sacar de ese maletín.

- Bueno, se que anoche empezamos con mal pie. Me gustaría que nos llevásemos bien. Como te dije anoche nos vamos a tener que ver mucho las caras durante unas semanas.

- Estaba nerviosa. Todo esto es delicado para mí.

- Todo ocurrió de repente.- Añade Raúl.

- Exacto, por eso vamos a hacer las cosas tranquilamente. Lo primero es conocerte a ti. Una vez que nos conozcamos, podremos empezar a hablar de tus padres. ¿Te parece bien?

No entiendo qué necesidad tienen de conocerme a mí, preferiría que fueran al grano y no tuviera que estar aguantando estas visitas todos los días.

- Sí.- Digo algo insegura.

- Bueno pues empecemos entonces.

Se sienta en el sofá tranquilamente, saca una  grabadora y la pone sobre sus piernas, esperando a que nos sentemos Raúl y yo.

- Bien. Te cuento como vamos a hacer los interrogatorios. Lo fundamental es , que tú te sientas cómoda. Para que puedas contarnos las cosas como las sientes de verdad, y con todo detalle. Entonces he pensado que la mejor opción es usar la grabadora.

- No te preocupes que lo que hablemos, no va a salir de aquí. Solo vamos a escuchar nosotros estas conversaciones, nadie más.- Aclara Raúl.

Hay un amplio silencio, estoy intentando asimilar lo que me acaban de explicar.

 - No me parece mal, empecemos.- Termino diciendo.

- Vale, pues voy a poner a grabar este trasto y empezaremos. Tu olvídate de que esta la grabadora, y quítate la idea de la cabeza de que esto es un interrogatorio, imagínate que estas contándole tu vida a una amiga que hace mucho tiempo que no ves ¿vale?- Me dice Lidia en tono tranquilizador. 

Asiento con la cabeza algo nerviosa, no sé si voy a ser capaz de soltarme con estas personas y contarles tantas cosas de mi vida. Pero realmente quiero intentarlo, y ayudar en esta investigación.

Lidia le susurra a Raúl que ponga la grabadora en marcha y que tome apuntes cuando sea necesario.

La grabadora está en marcha.

- Bueno, pues venga Helena, cuéntame cómo fue tu primer día aquí en este pueblo.

- Hm... Bueno... Mi primer día fue bastante aterrador.

-¿Por qué, cómo te sentiste?

- Yo tenía quince años. Para mí, la imagen de unos padres era algo fundamental en la vida de una niña. Vivía en la ciudad, y vivía bastante bien, tenía amigos , una familia que me quería, iba al instituto, al cine, quedaba con mis amigas. Era una niña feliz. Una niña normal como otra cualquiera.
 El día que llegué a este pueblo, mi vida había cambiado. Había perdido a mis padres. Y realmente no eres consciente de lo que duele perder a una madre y a un padre, por el simple hecho de que nunca te imaginas que eso pueda pasar. Solo piensas en el presente, en salir, en tus amigos; y sabes que ellos están ahí, pero no le das importancia porque ellos siempre van a estar a tu lado pase lo que pase. Hasta que llega el día que la vida decide arrebatártelos, y te das cuenta de que no has aprovechado el tiempo, y que te quedan un montón de cosas por vivir con ellos. También te das cuenta de lo mucho que los necesitaba, por muchas peleas que tuvierais. Te terminas dando cuenta de que los quieres, los quieres muchísimo, y sientes un vacío dentro de ti que sabes que nadie ni nada lo puede volver a llenar, que no hay manera de hacerte sentir mejor, porque cada vez que ves a una niña con su padre y su madre por la calle paseando de la mano, te acuerdas de ellos y piensas: "ojala estuvieran aquí conmigo", pero sabes que no van a volver nunca y eso hace que te pongas más triste aún. Así que el día que llegue a este pueblo, no solo había cambiado mi vida, sino que también cambie yo. Ya no era la niña feliz, que tenía una vida perfecta rodeada de amigos y familia. Era una niña desolada y deprimida en un pueblo en el que tenía que empezar una nueva vida, sin sus padres. En donde no conocía a nadie, y todos los días eran grises para ella.
Lidia para la grabadora asombrada con mis palabras. Y se pone de pié delante de mí.

- Cariño, me has puesto los pelos de puntas mientras hablabas. Sé que has sufrido mucho, y siento que tengas que recordar ahora esos días tan tristes de tu vida. De veras que lo siento muchísimo.

- Muchas gracias. Me he desahogado bastante, nunca hablo de esto con nadie.

- Eso no es bueno para ti. Tienes que tener a alguien de confianza al que le puedas contar como te sientes , y como te sentiste. Si no te vas a quedar estancada en el pasado. Que creo que en cierta modo es lo que te pasa.

 -Bueno nosotros nos vamos a ir ya, no te molestamos más. Mañana volveremos a la misma hora, y hablaremos un poquito más ,si necesitas algo llámanos..- Dice finalmente Raúl. Que lleva casi todo el rato sin decir una palabra.

- Esta bien, gracias. Nos vemos mañana.

Veo como salen de la casa, yo sigo sentada en el sofá, analizando cada palabra que ha salido por mi boca. Estoy asombrada con mi respuesta. Jamás imaginé que fuera capaz de contarle a dos desconocidos con tanto detalle lo que sentí cuando murieron mis padres. Me siento mejor al haber conseguido arrancar alguna de las espinas que tengo clavadas desde hace tres años.

Me levanto del sofá a prepararme un café ,cojo la cafetera oxidada y vieja de mi tía y la lleno de agua. En ese momento entra mi tía por la puerta de la cocina. Acaba de llegar.

- Hombre dichosos los ojos que te ven.- Me dice en tono sarcástico.

- Tita déjate sermones por favor, he tenido bastante conversación por hoy con los policías.

- No pensaba darte ningún sermón, solo digo que hace mucho tiempo que no te veo por aquí.

- Ya bueno entre lo de Carmen y esto de los policía he estado un poco distante.

- Precisamente vengo de ver a Carmen. Le he llevado un poco de tarta de queso que hice ayer por la noche.

- Ah ¿y qué tal está?

- Está mejorando, pero le han informado los médicos que el reposo va a tener que durar más de lo previsto.

- Tiene que ser duro para ella, con lo que le gusta hacer cosas en la casa e ir de allí para allá.

- Creo que estos días va a necesitar compañía. Y he pensado que podrías quedarte un tiempo en su casa y que Lidia y Raúl te interroguen allí. Así le ayudas con la casa y pasas un rato con ella para que no se aburra.

- No es que no quiera... pero para eso están César y Dani ¿no? Y su marido. No creo que sea necesario que vaya.

- Helena... Carmen y Enrique, no están atravesando por su mejor momento. No es seguro todavía pero creo que van a divorciarse. No le comentes nada a César.

-¿Por eso Enrique lleva tanto tiempo sin aparecer por casa?

- Le ha dicho a Carmen que son viajes de negocios. Pero Carmen sospecha desde hace tiempo que hay otra mujer.

- Hijo de puta. Nunca me ha caído bien. Y a sus hijos tampoco.

- Bueno no estamos aquí para juzgar, sino para echarles una mano. ¿Qué te parece quedarte esta semana? A Carmen le va a animar mucho. Te quiere como si fueses su hija.

- Está bien. Prepararé mi maleta. 

sábado, 5 de abril de 2014

Capítulo 10-¿Amistad?


Me levanto y subo las escaleras rápidamente, no aguanto ni un minuto más ahí abajo. César viene detrás mía. Entramos en mi cuarto, y nada más entrar me tiro en la cama. Estoy muy cansada y esto ha sido el remate para acabar el día.

- Has sido muy borde, ellos solo quieren ayudar.

- No nací para ser simpática. Y menos con esa.

-¿Pero qué te pasa con Lidia, porque te cae mal? Yo la he visto muy simpática.

- Normal si todo lo que soltaba por la boca eran piropos para ti.

- Ah ya entiendo lo que pasa.

Me quedo mirándolo esperando a que termine la frase, pero está esperando a que le pregunte lo que pasa.

- A ver... ¿qué paaasa?

- Que estás celosa

Empieza a burlarse de mí y a tirarme cojines repitiéndome que estoy celosa. Mi enfado se transforma en carcajadas y empezamos una guerra de peluches y almohadas y a correr por la habitación.

- Pero que hablas no estoy celosa jajajaja.

- Si que lo estás, te has puesto celosa de Lidia , porque es alta rubia y es más guapa que tu.

-¿Ah sí, te parece más guapa que yo?

 - Es rubia.

- Eso no tiene nada que ver ¿es más guapa que yo o no? 

 - Mmm...

Estoy de rodillas en la cama justo delante de él ,le llego a la altura de los hombros más o menos. Justo antes de que pueda responder le tiro un cojín a la cara y empiezo a reírme a carcajadas. César me carga a la espalda y empieza a darme vueltas.

-César para por favor.- Le suplico muerta de risa.

- Pídeme perdón.

- Cuando reconozcas que soy más guapa que esa rubia.- Insisto.

Me baja y me pone delante suya, estoy con los pelos alborotados, con la respiración entrecortada de tanto reírme. Se pone serio de repente y me mira a los ojos.

- Tu eres más guapa. Mucho más guapa.

Nos quedamos los dos mirándonos, como si él tiempo se hubiera detenido. Yo reflejada en sus ojos, el en los míos. Y alrededor nuestro solo hay silencio, y miedo, miedo a un nuevo sentimiento, miedo a poder equivocarnos, miedo a perder una gran amistad.

- No estaba celosa, pero si algo agobiada.

César se queda mirándome es la primera vez que no sabe qué decir, pero no es un silencio incómodo, es cómo si nos estuviéramos estudiando el uno al otro. Entonces pegan a la puerta.

- Abrirme soy yo.- Grita Katy desde el otro lado.

Katy cómo no.

 César le abre la puerta y se sienta en la cama a mi lado.

- Me habéis dejado sola ahí abajo con esos dos tipos, cuando yo allí no pinto nada que vergüenza.

- No aguantaba más con esa mujer.

- Ya, a mí tampoco me ha caído muy bien. Se le ve algo creída.

- Helena esta celosa porque me ha tirado los trastos. 
.-¿Enserio, que te ha dicho?

César me mira para que responda yo en su lugar.

- Que si tiene una sonrisa preciosa, que qué suerte tengo de encontrar a un amigo como él. Ha sido una descarada, se nota que le has gustado.- Digo haciendo notar mi enfado. 
 -¡Qué fuerte! las chicas de hoy en día no tienen consideración, conocen a un tío y ya van detrás de él sin saber si tiene novia o si está casado. Así surgen después tantos divorcios en el mundo.

- Por dios Katy no seas exagerada, un chaval de mi edad no suele estar casado. Y tampoco ha dicho nada del otro mundo. Solo le ha gustado mi sonrisa.

-¡¿SOLO?! Ay.. cuanto te queda por aprender de las mujeres chaval.

- Bueno dejemos de hablar de Lidia, si me he subido aquí es para olvidarme de ella.

Los tres nos quedamos en mi habitación hablando un poco de todo. De perros, coches, cotilleos del pueblo, nuevas tiendas de la ciudad, de Dani y su nueva guitarra, de los profesores por culeros de Katy, etc. Entre los dos han hecho que se me olvide que justo debajo nuestra hay dos personas que quieren atiborrarme a preguntas sobre el día que tanto me cuesta hablar y tan poco me gusta recordar.

-César es tardísimo, ¿por qué no llamas a tu madre y le dices que te quedas a dormir? Mañana vamos juntos a la tienda y ya está.

- Si venga ¡fiesta de pijamas!- Grita la loca de Katy.

Katy me ayuda a sacar el colchón que guardamos detrás del armario, para este tipo de casos y sacamos algunas mantas y sabanas.Me cuesta dormirme, no paro de pensar en la semana que me espera con Lidia y Raúl, que me tendrán que interrogar. Y tampoco me puedo sacar de la cabeza los sentimientos que están empezando a surgir entre César y yo, sentimientos que no son los habituales, y son algo más que una simple amistad. Tengo miedo de que esto se nos valla de las manos, miedo de fallar y perder al único amigo que tengo.